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¿Hacia dónde vamos?

“No hay riqueza inocente”

Rafael Chirbes

Llevamos tiempo inmersos en una crisis civilizatoria que se manifiesta de diferentes formas, y de la que se desprenden a su vez varias crisis.

Una de ellas es la económica, una crisis cíclica que ha ido perfeccionando su ansia de generar enormes plusvalías a través de la acumulación por desposesión, uno de los elementos, por cierto, que caracterizan nuestras sociedades postcapitalistas. Y por otro lado, la crisis medioambiental, de la que ya nadie duda más allá de una minoría de nuestra población, instigada por partidos de ideología ultraderechista. El cambio climático, consecuencia de esta crisis medioambiental, nos obliga a repensar el desarrollo humano, y en especial todo lo que afecta a nuestra política territorial, energética y de consumo. Además, no sólo repercute en nuestras vidas en términos meteorológicos con ascensos y descensos de temperaturas extremas, subidas del nivel del mar, derretimiento de los glaciares, o aumento de huracanes, tifones y danas, sino que afecta directamente a nuestras ciudades obligándonos a desplazarnos; afecta al sector energético obligándonos a reducir las emisiones de CO2, y afecta también a nuestro consumo y bienestar animal, puesto que el sector alimenticio (y la producción de productos básicos) viene siendo uno de los más azotados junto a la extinción de muchas especies animales.

Como resultado de todo esto, debemos convivir con el fenómeno de la migración y hacerlo desde una perspectiva de reconocimiento de los derechos de la población migrante. No es casual por tanto, que la derecha, principalmente la ultraderecha, se haya propuesto como objetivo dentro de su cruzada cultural, instrumentalizar y atacar a quienes se desplazan de un sitio a otro como respuesta desesperada por buscar una vida más digna. Es en este proceso donde se muestra con toda su crudeza las consecuencias y la realidad de nuestro actual sistema.

A todo esto, hay que sumarle desde hace más de un año, una crisis sanitaria global sin precedentes, que ha destapado la crisis misma del Estado del Bienestar, dejando patente las fisuras y debilidades de nuestros servicios públicos consecuencia directa de las privatizaciones y externalizaciones. De esta forma, hemos presenciado la gran labor de los profesionales sanitarios y sus límites para poder ejercer dignamente su profesión, que no es otra que la de salvar(nos) la vida.

Pero la crisis sanitaria de la COVID-19 ha ido más allá, y ha puesto también en jaque nuestra forma de relacionarnos con el mundo laboral, anticipando algo que de manera paulatina se iba instalando en nuestras vidas: el teletrabajo. Una forma de organización del trabajo “flexible”, que implica desarraigo social, y un reforzamiento de uno de los principales postulados neoliberales: el individualismo. Aquella famosa pancarta “Nos quieren en soledad pero nos tendrán en común” ha pasado a ser una especie de “sálvese quien pueda” muy característico de nuestros tiempos.

Centrándonos ya en el caso de España, a todas estas crisis hay que sumarle otra: la descomposición del régimen del 78 que lleva en crisis desde la sacudida de aquel 15 de Mayo de 2011. Las élites económicas, políticas y mediáticas de nuestro país apoyadas por un poder judicial secuestrado desde hace más de 1000 días, y por una monarquía envuelta presuntamente en casos de corrupción vergonzosos, vienen de un tiempo a esta parte poniendo en marcha mecanismos para combatir a la izquierda, principalmente a través del famoso lawfare: el proceso de judicialización de la política apoyado en una narrativa mediática envuelta en bulos, mentiras y odio para tumbar al adversario político y moldear a la opinión pública a su favor.

A nadie le sorprende el dominio que tienen los grandes medios de comunicación de condicionar la política, de hecho el poder mediático ha sido una pata fundamental para el poder político y económico en nuestro país. Solo hace falta ver las principales portadas de los últimos tiempos para darse cuenta de ello. Portadas que se abren con demandas, denuncias, querellas, ataques, difamaciones y operaciones de cloaca que han buscado y buscan salvarse a sí mismos mientras golpean a proyectos de izquierda y a hombres y mujeres que cada día cuestionan sus privilegios.

De esta forma, mientras unos andan ocupados en defenderse, otros crean las condiciones favorables para mantener su propio status quo, trabajando por la pérdida de derechos y libertades, cuestionando los cimientos de la propia democracia. Mientras la izquierda se defiende, y pelea dentro y fuera del gobierno por proteger los derechos de la mayoría, la derecha de nuestro país, una derecha incompetente, mediocre y que no deja a diario de hacer el ridículo, lejos de aspirar a formar parte de una tradición europea conservadora -y moderada- alejada completamente del dislate ultraderechista, no hace más que echarse en brazos de Vox.

Mientras intentamos buscar la forma de combatir la precariedad laboral, ponerle freno al cambio climático, defendiendo los derechos sociales o señalando los abusos del oligopolio energético, la derecha mediática, política y económica ya ha puesto en marcha su maquinaria - en ocasiones, una simple cortina de humo - para mantener(nos) alejados de lo verdaderamente importante: mejorar la vida de la gente.

Por todo ello, el reto más importante a día de hoy, no es otro que el de conseguir recuperar la esperanza para ser capaces de dibujar una alternativa sólida y emancipadora a la izquierda del PSOE, que le plante cara al proyecto anti-derechos que aquí en España lidera Vox. Para ello quizás es el momento de pararse a pensar responsable y honestamente en el papel que uno está jugando dentro del gobierno y redefinir los objetivos más allá del corto plazo. Una ardua tarea cuyos resultados marcarán el devenir del próximo ciclo electoral que da comienzo hoy con el inicio del actual curso político.

En lo que respecta a los medios de comunicación, tenemos que posicionarnos claramente en contra de quienes se esconden detrás de la narrativa de las fake news y de los discursos de odio, e ir más allá, dedicando tiempo y esfuerzo en informar a la ciudadanía de forma veraz y rigurosa sobre los temas que más preocupan a la gente.

Sólo así conseguiremos empujar una sociedad que busca rescatarse a sí misma rescatando la democracia, los derechos y la libertad de manos de quienes quieren imponer una nueva vuelta al pasado.

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3 Comentarios

3 Comments

  1. Josu Monreal

    6 de septiembre de 2021 12:05 at 12:05

    Cada vez tengo más claro que la solución para la crisis migratoria en el planeta es que elevemos el nivel de vida en el Tercer Mundo…y a partir de ahí, en un mundo donde no hay pobres ni ricos, que cada uno emigre donde quiera. Para mi es la única solución porque el ser humano por desgracia es en general egoista.

    La crisis climática es un problema generado por las grandes compañías energéticas, también por la agricultura y las ganaderías industriales en contraposición a las tradicionales, y por el transporte, que literalmente se están cargado el planeta y la situación va a ser trágica en pocas décadas… El problema es que el establisment político, el PP-PSOE, es corrupto en casi todo el mundo, está vendido a los intereses de las energéticas, de las cárnicas, y lo estamos viendo con el PSOE estos días. Cómo le damos vuelta a esto si el accionariado de los medios de comunicación está en manos de fondos buitre, la banca y este tipo de empresas? o si el establishment político está atado a la corrupción política y a las puertas giratorias?

    Los partidos de extrema derecha están obsesionados con su ombligo, no miran más allá…ya lo dijo su ideólogo Steve Bannon: «da igual que piensen en este tema o el otro, lo que nos une, a los partidos de extrema derecha, es el NACIONALISMO, lo demás es secundario» En un planeta donde nos azotan pandemias, guerras, hambrunas, o el cambio climático, podemos seguir mirandonos a nuestro ombligo, o las naciones tendrán que unirse para resolver estos y muchos otros problemas?

    Y sobre la justicia es obvio que es en gran parte corruPPta… el acoso contra Podemos es vergonzoso y antidemocrático. El PP lleva controlando el CGPJ, el tribunal Supremo, el Constitucional y los Superiores de cada comunidad, hace más de 20 años… y al PSOE parece que le da igual, es como hoy te ayudo yo, y mañana tú, porque parece que a los dos les parece fundamental mantener el bipartidismo y porque para ello el PP tiene que salir de las decenas de juicios pendientes por su tremenda corrupción, y para ello el control de los jueces lo tienen que tener ellos.

    Alardean de que España es un estado de derecho, y no es cierto, no lo es, desde el momento que los Borbones están siendo tratados de manera distinta, o porque el PP se está yendo de rositas, en cada juicio, cuando con un tribunal imparcial esto sería imposible… o desde el momento que un poderoso banquero no puede pisar la carcel, por muchos delitos que haya cometido, y un vecino de Vallekas por robar una gallina para comer le cae la del pulpo…NO, esto no es un estado de derecho, por tanto no es una democracia, ni lo será nunca mientras las cosas no cambien.

    Y las cosas cambiarán cuando los jueces de tribunales superiores y del CGPJ sean elegidos en elecciones democráticas por todos los ciudadanos y ciudadanas, no por los mismos jueces, la mayoría conservadores, o por los partidos políticos, que de esta manera se cubren, mediante el aforamiento, de ir a prisión por sus innumerables casos de corrupción.

  2. COSMOS VIA LACTEA

    6 de septiembre de 2021 12:57 at 12:57

    …si y cuando los currantes, clase media dejen de votar a las derechas o a los fascistas.

  3. mochuelillo

    6 de septiembre de 2021 19:01 at 19:01

    Creo que el futuro de este pais gente de cierta edad como yo poco puede hacer.Creí algo en la juventud de ahora,pero mi decepción es total,no digo todos,pero una fuerte mayoría sube como drogada,incapaz de pensar,como decimos en Aragón,tienen la mente anieblada,pongo en duda a esos padres que no dialogan mucho tampoco con ellos sobre el estado de este sistema y las consecuencias de aquí a 20 años que los hijos y nietos veran.En los 50,60 y 80 se luchó mucho para conseguir un estatuto laboral,no perfecto,pero se luchó para conseguirlo,los jovenes que tienen la suerte (o no) de currar sus derechos han sido heredados,que no se olvide,juventud.Me da un poco de pena ver hoy en dia toda esa gente joven que si no fuera por el alcohol y drogas ni saldrían a la calle,como le vamos a hacer comprender que tienen que luchar un poco por su porvenir,que no van a estar siempre a la sombra del papi.Mis disculpas por si alguien se sienta ofendido,pero así es como lo siento y tambien siento un tremendo júbilo para poder escribirlo sin que tengan que intervenir los del no-do.

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