U.H. - El Partido Popular y Vox mantienen su particular duelo por ver quién es más duro a la hora de atacar al Gobierno de coalición. Y en esa “competición”, como lo definió públicamente hace unos días la ministra portavoz, María Jesús Montero, parece que por ahora salen mejor parados los populares.
Las últimas encuestas así lo demuestran: la última, con motivo del 2 de Mayo en la Comunidad de Madrid publicada por ABC , otorga una amplísima mayoría al PP de Isabel Díaz Ayuso, abanderada de la crítica permanente al Gobierno central desde su Ejecutivo autonómico; y mientras tanto Vox perdería algo de fuerza, aunque pasaría a ser tercera fuerza. A nivel estatal, las últimas encuestas también abundan en esta tendencia de recuperación del PP, como el sondeo de Electomanía apuntan esta tendencia, que ya mostraba el último CIS de mediados de ese mes.
Para el PP, la ventaja de tener a Vox como referente ultra, e instalado en un discurso que no defrauda a su parroquia más ultramontana, consiste precisamente en que los de Abascal marcan siempre un límite difícil de superar, pero abren el campo a la derecha y abonan el terreno a su vez para que los populares puedan subir los decibelios. El PP busca su relato propio instalado en la oposición más dura, sobre todo en materia económica -gracias a las tesis neoliberales que le marca la Fundación FAES-, al mismo tiempo que presume de una supuesta lealtad al Gobierno de coalición que estaría más en duda que nunca ante la próxima solicitud de prórroga del Estado de Alarma; Vox, por su parte, se mantiene en su petición de dimisión del Ejecutivo central adornada de retórica ultranacionalista y con el recurso permanente a los fallecidos.
Coincidencias en plena crisis
Muestran caminos diferentes, pero a veces se juntan. Por primera vez, los portavoces de ambas formaciones, Cayetana Álvarez de Toledo (PP) e Iván Espinosa de los Monteros (Vox), han acordado presentar un escrito conjunto para pedir que la semana que viene se celebre un pleno de control al Gobierno y que este se repita todas las semanas hasta el verano. La semana próxima, asimismo, está previsto que Pedro Sánchez acuda al Parlamento para solicitar una nueva prórroga del Estado de Alarma, cuyo apoyo por parte de los populares está por ahora en el aire.
En la Asamblea de Madrid, y después de escenificar algún que otro desencuentro, el grupo de Vox, que lidera Rocío Monasterio, se ha mostrado dispuesto a pactar con Díaz Ayuso unos presupuestos de emergencia después de que la lideresa de los populares rechazara cualquier apoyo del PSOE. También les une el señalamiento del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, por el drama de las residencias, pretendiéndole responsabilzar de su gestión y obviando que la competencia es autonómica.
Algunas veces es difícil distinguir ambos discursos. Como cuando la ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, acusó a la portavoz de los populares en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, de competir con Vox. La diputada del PP afirmó que "Con Sánchez, España va camino de un triple liderazgo: más muertos, confinamiento más drástico y la peor destrucción económica. Es un balance para llorar"; y añadió: "Ustedes se jactan de ser la encarnación del Estado protector. No son capaces ni de contar a los muertos". La portavoz del Gobierno le respondió que “su discurso no lo merece un país que está confinado intentando salvar vidas”. “Es un discurso que desacredita la posición de su grupo. No creo que la gran parte de los miembros de su partido y de su grupo piense como piensa usted. Está en una competición con sus socios en comunidades autónomas de Vox”.
Distancia calculada
Otras veces, claro está, el propio Santiago Abascal es el encargado de mantener prietas sus filas y dejar claro que el PP nunca podrá estar a su altura. El pasado martes señaló que el partido que lidera Pablo Casado está “secuestrado por el Gobierno en mitad de cantos a una unidad obligatoria" de la que Vox asegura que "no va a participar ni va a aceptar ni ser cómplice". Abascal criticó que Casado no se sumase a su estrategia: pedir la dimisión. Casado, mientras tanto, sopesa cuánto distanciarse de las posiciones de Vox y qué hacer con las llamadas de Sánchez al diálogo y a la reconstrucción, y ahora le pide un “plan concreto”.
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