Desde hace ya un tiempo tenía decidido no escribir más sobre Mario Vargas Llosa. ¿Para qué? El mundo de habla hispana lo hace regularmente —la revista HOLA cada quince días desde 2007—, y no necesariamente por su producción literaria, pese a que el Premio Nobel sigue publicando con regularidad.
Lo que me apremia ahora poco tiene que ver con el nuevo reconocimiento que le ha otorgado esta vez l’Académie française: una institución anquilosada en el tiempo de la que ni en Francia se hablaba hasta hace poco. Por lo expresado en una entrevista que concedió en España, el escritor peruano fue prácticamente invitado a postular pese a que no escribe en francés. Saltarse las reglas de una institución, tan apegada a la tradición y al método, es sin duda inusual pero parece haber rendido sus frutos: todos los implicados han salido ganando por lo menos en notoriedad. L’Académie, por ejemplo, ya casi una fantasmagoría, existe con nuevos bríos para el ojo público.
Estuve buscando en la Real Academia Española algún caso parecido al de Vargas Llosa y no lo encontré. Probablemente ocurra en el futuro y tengamos notables alemanes, franceses y estadounidenses cuya devoción por la cultura hispana les permita esta distinción, ¿por qué no?
Voy a intentar explicar aquí por qué dedicaré esta reflexión a un hecho que implica a Vargas Llosa. Es una explicación que probablemente no interese a nadie, pero que haré igual:
- El hecho de que Vargas Llosa haya recibido otro premio o reconocimiento internacional no debería sorprender a nadie. Es probable que los haya recibido todos. Los peruanos estamos acostumbrados a ese jaleo. Su trabajo literario, sin duda, lo merece. Siempre tuve la impresión de que Vargas Llosa trabajó toda su vida para que el mundo siga hablando de él pese a que ya no se hable tanto de sus libros. No fue la opción de otros escritores latinoamericanos más cautos a los cuales él mismo dedicó libros de ensayo.
- «¿Por qué son mezquinos con Vargas Llosa?» he leído en distintas redes sociales donde agradecen y reconocen el trabajo del escritor y enfrentan las críticas de los que no lo aplauden. La mezquindad, no obstante, es algo que el Estado peruano ha practicado disciplinadamente con autores y autoras de un enorme valor que murieron arrasados por la indigencia, la locura o la precariedad absoluta. No todos pueden ser Vargas Llosa, eso está claro. Ahora bien: no creo que se pueda ser «mezquino» realmente con el Premio Nobel. Él se ha encargado con sumo cuidado de que la mezquindad, sobre todo la peruana, no lo toque.
- Me permito ahora una digresión que parecería no tener relevancia. Lo planteo como una suerte de consejo a los escritores en ciernes: Si van a dedicarse a la literatura seriamente, nunca tengan —ni busquen ni acepten— padrinos. El padrinaje siempre implica acatamiento, es decir, vasallaje. Pero, ante todo, ¿para qué sirve un sponsor en ese camino que uno siempre «habrá de hacerse solo, tenaz y alegremente» como decía Onetti? Los escritores son vanidosos por antonomasia y si tienen poder existe esa tendencia al absolutismo literario del «conmigo o contra mí», ¿cómo creen que reacciona el maestro si el pupilo querido osa contradecirlo en público, es decir, osa pensar solo? Esto no debería ocurrir en la literatura, en el arte en general, pero pasa con demasiada frecuencia. Lean ese relato de Augusto Monterroso llamado «Obras completas». Nadie decide escribir con seriedad para terminar de ahijado de otro escritor mayor.
- Lo curioso es que son algunos de los ahijados ahora desterrados de Vargas Llosa los que han saltado hasta al techo contra los que no aplauden este reconocimiento. Sus argumentos no son muy originales y redundan en torno al exitismo como un valor literario: los tratan de «picones», de escritores de cuarta que nunca conseguirán ni entrar a no-sé-qué academia de fútbol (esto, se entiende, es un chiste), y terminan en plan sobada que extraña los viejos tiempos, cuando el Nobel los miraba y escribía con los elogios públicos del maestro conmovido. Resulta ligeramente patético eso de terminar de escudero sin rey. Y los anula. ¿Quién toma en serio a quien compromete su voz pública para agradar a quien lo encumbra por lambiscón? La literatura no tiene NADA que ver con eso.
- Yo, por cierto, no reniego del nuevo reconocimiento literario de Vargas Llosa. Vamos, estoy tan acostumbrado, que lo felicito una vez más. Cualquier institución, por añeja que sea, tiene derecho a premiar a quien se le venga en gana. Todos sabemos que los reconocimientos también se mueven con equipos de relaciones públicas porque generan venta de libros, pero afortunadamente Vargas Llosa no los necesita.
- Lo que sí voy a objetar como ciudadano peruano y también como escritor, tiene que ver con algo vergonzante que ningún premio o reconocimiento podrá borrar y que nada tiene que ver con la literatura. Vargas Llosa suele aprovechar los espacios públicos que tiene para transformarlos en plataformas políticas. De esta manera, hemos sabido también del escritor por haber ido a todos los países de América Latina —ad portas de elecciones— para decirles a los latinoamericanos por quién deben votar. Sus opciones, que al inicio se inclinaban hacia candidatos de una derecha democrática, derivaron en el horror de pedir el voto por tres políticos que parecen coquetear con el fascismo: José Antonio Kast en Chile, Keiko Fujimori en el Perú, y, punto máximo de esta sinrazón vergonzosa, Jair Bolsonaro en Brasil. Afortunadamente para la región, perdió en todas partes y hasta se crearon memes, bastante divertidos, en los que Vargas Llosa terminaba de amuleto para el fracaso.
- En el Perú, donde actualmente hay una dictadura disfrazada de institucional, se ha asesinado en un poco más de dos meses a casi 50 peruanos y peruanas que se manifestaban, y hay 62 muertos en total desde que Dina Boluarte tomó el poder. Quien esto escribe hubiera esperado una frase en la que el Premio Nobel expresara por lo menos tristeza por los muertos de un régimen que ostenta el récord mundial de asesinados en pocos días en el poder: ningún presidente en la historia de la humanidad tuvo más muertos que días en un gobierno. No lo hizo. Tenía a la prensa mundial escuchando su discurso y decidió callarlo. Si hablamos de mezquindad bien haríamos en fijarnos en ese penoso detalle de alguien que ha escrito sobre la violencia política en el Perú en varias de sus novelas.
- Personalmente creo que decidí no hablar más de Vargas Llosa el mismo día en que el anti fujimorista más célebre de todos salió a pedirnos públicamente a los peruanos que votáramos por Keiko Fujimori. Hecho que luego corroboró llevando a la candidata virtualmente a un foro en el Ecuador (ella no pudo ir por todos los delitos que acumula) para promover su candidatura en el exterior. Cerró con broche de oro apoyando la falsa tesis del «fraude electoral» inventada por la misma derecha golpista que ahora gobierna desde el Congreso.
- ¿Puede un nuevo premio internacional borrar eso? Para mí, no. Eso permanece porque ha tenido costos reales y durísimos en nuestra patria que ahora mismo sobrevive en caída libre gobernada por el fascismo.
10. En pocas palabras: saludo pero no perdono. Y eso no le importa a nadie. Y aquello sinceramente me parece bien
TE NECESITAMOS PARA SEGUIR CONTANDO LO QUE OTROS NO CUENTAN
Si piensas que hace falta un diario como este, ayúdanos a seguir.
