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El Ciudadano

Se está gestando un nuevo golpe de Estado en Bolivia

Las encuestas dan como vencedor a Luis Arce, algo que la derecha no querría asumir y estarían dispuestos a militarizar el conflicto. Sin embargo, ningún medio de comunicación lo contará, ya que vienen acostumbrados a defender las políticas de la derecha golpista

Jeanine Áñez, trasladada a la Fiscalía de la Paz para declarar por el golpe de Estado contra Evo Morales
Jeanine Áñez

La última encuesta publicada por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica ha presentado los últimos resultados de su encuesta en Bolivia respecto a las elecciones que se celebrarán el 18 de octubre. Según los resultados, Luis Arce saldría vencedor con más del 44% de los votos, separado del segundo candidato, Carlos Mesa, que contaría con el 34% y un Fernando Camacho en tercera posición con el 15,2%. Además, en una posible segunda vuelta entre Arce y Mesa, se auspicia un empate técnico, a pesar de que más del 13% de la población, en ese escenario, no tendría elegido su voto.

El clima que se vive tras el golpe de Estado capitaneado por el Gobierno de facto de Jeanine Áñez se ha traducido en una nefasta gestión tanto de la crisis sanitaria como económica, envuelta en un clima elevado de tensión. La propia encuesta afirma que existe “una mayoría en el país que está pasando hambre”.

LUH! ha tenido acceso en exclusiva a través de 'El Ciudadano' a un informe donde se afirma que la derecha protagónica del anterior golpe de Estado no estaría dispuesta a aceptar una derrota democrática.

La primera apuesta de los golpistas: arrebatarle las siglas al MAS

El primero de los escenarios que maneja la oposición es que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) rechazara las siglas del partido por el que fue candidato Evo Morales. Las presiones que ha ejercido el Gobierno de facto para que esto ocurra han sido muy elevadas, llegando a denunciar ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), fieles a su estrategia de lawfare, al candidato Luis Arce por una presunta violación de la Ley Electoral por ‘comentar’ unas encuestas en período no autorizado.

No existe pronunciación, por el momento, de dicha proscripción a pesar de restar tan solo tres semanas para las elecciones, aunque no se descarta la posibilidad. Aquí, la derecha obtendría una victoria sin rivalidades, asegurándose que la fuerza progresista no obtuviera hueco en los comicios (a pesar de poder producirse una nueva prórroga electoral, que seguiría dando mayor espacio a la ultraderecha que actualmente gobierna el país).

Sin embargo, y tal como ocurrió en noviembre de 2019, el actual Gobierno de facto no detractaría, según fuentes, de usar la violencia y a las Fuerzas Armadas.

Escenarios ‘cocinados’ de violencia

Si retornamos a lo que ocurrió en 2019, podemos observar como se ‘cocinó’ desde la entonces oposición ultraderechista una gran cantidad de presiones que, una vez hechos con el Gobierno y desterrado a Morales, sacaron al Ejército a la calle para protagonizar una represión nunca antes vista en la historia reciente de Bolivia, algo que se saldó con muertes, presos y represaliados políticos.

A pesar del cariz pacífico de las protestas, los métodos utilizados fueron de una brutalidad extrema, pretendiendo desde las esferas del Gobierno de facto, con un claro fin político, atribuirlas al MAS para justificar la proscripción e, incluso, exilio de muchos de sus líderes y militantes. El resultado: la autoproclamación, sin quórum, de Jeanine Áñez como presidenta y la pervivencia del Gobierno ilegítimo por casi 1 año.

La escena que se plantea ahora a la interna de la ultraderecha es similar. La celebración de elecciones son el principal reclamo de los sectores populares bolivianos, no solo por la ilegitimidad de su Gobierno, sino por la necesidad de afrontar la crisis sanitaria y económica.

Tanto de cumplirse la expectativa de proscripción del MAS –y por tanto, nuevamente el aplazamiento electoral– como el no reconocimiento por parte de las fuerzas conservadoras y nacionalistas de la victoria Arce, provocarían una movilización social, tal como ocurrió el pasado año. Aquí hallarían la excusa perfecta para re-militarizar las calles bolivianas y alargar, por la vía judicial o la violenta, el actual Gobierno de Áñez o, peor, entregarlo a una Junta Militar.

La posición de Carlos Mesa, fundamental

Jeanine Áñez renunció a su candidatura presidencial en pos de la “unidad” de la derecha para evitar la victoria de Morales. La esperanza del grupo de la derechista y autoproclamada presidenta de Bolivia se tradujo en apoyar a “cualquier candidato” que hiciera frente al MAS. A pesar de que las encuestas vienen advirtiendo que el segundo favorito es Carlos Mesa, parece no haber un punto de encuentro oficializado políticamente para verter su apoyo al mismo.

En todo este entramado, el candidato liberal auspicia ser una pieza clave para, en el escenario de celebración electoral con la participación del MAS, deslegitimar el segundo golpe de Estado. De reconocer al candidato Arce como vencedor, Mesa otorgaría menor poder a la ultraderecha reaccionaria y violenta, dificultando algo más sus planes golpistas.

La situación generalizada en Bolivia es crucial, su población necesita medidas urgentes para afrontar la peor crisis de su historia reciente, algo que no parece ser prioridad de quienes quieren aferrarse al poder incluso por la fuerza.

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2 Comentarios

2 Comments

  1. Josu Monreal

    5 de octubre de 2020 19:48 at 19:48

    La autoproclamada es una títere de USA como lo es Guaidó…en el fondo lo que ocurre en Latino América es que los intereses de USA siempre se tienen que imponer sobre la población local… y en Bolivia tienen intereses desde que apareció Litio en el Potosí y Evo llegó a un acuerdo con los alemanes…En Venezuela están las mayores reservas del petroleo del planeta…ya vimos lo que hicieron con Irak por su petroleo, que no harán con Venezuela?

    Tengamos clara una cosa, USA necesita de materias primas para seguir siendo la primera potencia mundial…y tiene bases militares por todo el mundo, esto no es casual.

  2. ricardo

    9 de octubre de 2020 16:09 at 16:09

    Evidentemente, despues de un golpe, no van a permitirse perder el poder, usaran la maquinaria mediatica, el miedo, el lawfare, y, si no lo consiguen, la violencia pura y dura.
    Lo mismo se puede decir de Brasil, y de Ecuador… Mas ahora que la posicion de europa no podia ser mas adocenada y seguidista, reconociendo a Guaido…

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